
Un viernes cualquiera por la tarde, casi como éste, Mary y su mejor amiga Juana caminaban despreocupadas por la calle, disfrutando del clima y su amistad más que todo, cuando de pronto, por sorpresa se encontraron con Pepe y Luis, sus respectivos novios, el casual encuentro llevó a las parejas a decidir que sería interesante festejar este hecho, así que se decidieron ir a un pequeño, pero acogedor bar que les quedaba cerca, así lo hicieron.
El calor de las copas, la excelente música y lo mágico del momento, hicieron que la noche se apresurara para ser testigo también de esta reunión bohemia y amante.
Pepe ordenaba una ronda, Luis la siguiente y así, el dulce néctar de los tragos, sumado al calor de la pasión de estas singulares parejas, provocó que aquel acogedor bar ya no fuera suficiente para dar paso a la incontenible pasión que desbordaba por sus poros y debían profesarse. Pepe, ni corto ni perezoso propuso seguir la fiesta en su casa que no quedaba tan lejos, todos estuvieron de acuerdo. Así que ordenaron una botella pequeña para llevar, pensaron…con esto será suficiente.
Pero no fue así, al llegar a casa de Pepe, la celebración se intensificó aún más, la pequeña botella no duró, terminó en un abrir y cerrar de ojos; llego otra y otra más. En este momento Mary se detuvo y dijo: “Ya es muy tarde, tengo que irme”, Pepe la tomó de un brazo, sin decirle nada la sentó en su cama y la empezó a besar. El ambiente ya sin inhibiciones fue el causante para que la pasión se desatara por completo, Mary olvidó totalmente sus ganas de irse y se entregaba entera y apasionadamente a su novio; por su parte, Juana y Luis, tampoco desaprovecharon la ocasión, ustedes saben, el típico precalentamiento de pareja, besos apasionados, caricias que rebasan los límites del pudor, manos que no pueden detenerse por fronteras de ropa, en fin…todo iba a la perfección. Juana, totalmente poseída por ese demonio placentero de su sexo, no pudo más y quiso entregarse ya, en ese mismo instante a Luis, su amoroso novio.
Pero algo pasó, no se supo nunca si fue la borrachera, tal vez la emoción del encuentro, el frío, tal vez su horóscopo se lo predijo, pero a Luis, nunca le funcionó, su fiel amigo.
Juana, como toda mujer en esos casos creo, se sintió tan ofendida, tan poco deseada y decepcionada que mandó a volar ese mismísimo instante a su galán.
Este fue el toque que culminó la fiesta en las peores circunstancias, pero así pasó, desde ese día Luis y Juana tomaron distintos rumbos, Él jamás insistió, lo único que hace cada vez que por esas cosas del azar encuentra a cualquiera de sus ex amigos por la calle, es bajar la cabeza o voltear para otro lado y seguir su camino.
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